viernes, 30 de enero de 2015

Produccion de mensajes educativos y convergencia tecnologica



PRODUCCION DE MENSAJES EDUCATIVOS Y CONVERGENCIA TECNOLOGICA



Proponemos aquí tres ejes para el análisis y la construcción de mensajes educativos: el eje conceptual, el pedagógico y el comunicacional. El primero refiere a los contenidos, su selección y organización. La construcción del segundo implica un análisis de los destinatarios del mensaje, para lo que proponemos identificar sus ideas constructoras y los posibles conflictos conceptuales a provocar. Finalmente el eje comunicacional propone, a través de algún tipo de figura retórica o poética un modo concreto de relación con los destinatarios. El eje pedagógico es, a nuestro juicio, el articulador de los otros dos, aunque la relación entre ellos es dinámica y de mutua interdependencia.
 
 
¿Qué es un material (o un mensaje) educativo?

Retomamos aquí un aspecto específico de un trabajo anterior[1], desarrollándolo de modo mucho más amplio. Precisamente por eso conviene resumir algunas ideas centrales de aquel trabajo, de modo de comprender mejor el sentido de lo que aquí diremos.

  1. Entendemos por material educativo un objeto que facilita una experiencia de aprendizaje. O si se prefiere, una experiencia mediada para el aprendizaje. Esta definición aparentemente simple tiene varias consecuencias. La que nos importa aquí es que un material educativo no es solamente un objeto (texto, multimedia, audiovisual o cualquier otro) que proporciona información sino que, en un contexto determinado, facilita o apoya el desarrollo de una experiencia de aprendizaje. Es decir: una experiencia de cambio y enriquecimiento en algún sentido: conceptual o perceptivo, axiológico o afectivo, de habilidades o actitudes, etc.

  1. Claro que, por eso mismo, incluso un objeto que sólo proporcione información puede ser educativo en tanto se utilice en un contexto tal que le posibilite cumplir esta función. Más aún, muchos materiales que no fueron elaborados con intencionalidad educativa pueden cumplir esa función utilizados adecuadamente. Así suele suceder con obras literarias, cinematográficas, plásticas. Desde un videoclip a un cuento de García Márquez o una caricatura de Quino, una gran diversidad de materiales pueden ser “educativos” en un contexto determinado. A su vez, es frecuente que muchos materiales que sí fueron elaborados con fines educativos no logren cumplir esa función. Por último, muchos buenos materiales “propiamente” educativos procuran alejarse del “didactismo” y tienden más a parecerse a aquellos otros que no fueron realizados con finalidad educativa expresa.

  1. El proceso de producción de un material educativo es una triple aventura: la de la creación, la del material mismo y la del uso posterior, que escapa muchas veces a las intenciones iniciales y los cálculos de los creadores.[2] Aquí nos detendremos en parte en la primera de estas aventuras y en algunos aspectos de la segunda: la aventura interna, la que el material “narra”, y cómo crearla. Remitimos al lector al trabajo mencionado para una mirada más a fondo sobre las otras dos. Conviene con todo decir respecto a la primera que, habitualmente, una creación de calidad requiere la conjunción de varios saberes: conceptuales, educativos, comunicacionales, artísticos, técnicos. En tanto es difícil que una sola persona los reúna todos, suele haber un desafío complejo en torno a la conformación de equipos o el establecimiento de formas de trabajo que permitan efectivamente articular estos saberes y no simplemente sumarlos o yuxtaponerlos.

Nótese que hemos usado hasta aquí el término “material” y no “mensaje” educativo. Según la definición que se adopte de uno u otro término cualquiera de los dos puede ser visto como más abarcador y conteniendo al otro. Por ejemplo puede entenderse el material como el portador o vehículo de un mensaje, el soporto “material” precisamente. En principio y a los efectos de estas reflexiones los tomaremos como una unidad, utilizando uno u otro término según el uso más habitual en cada caso. Lo que plantearemos entonces sería aplicable tanto a un paquete de materiales de un curso a distancia para pequeños empresarios, un video para un curso de química orgánica, un radioteatro para la organización sindical de campesinos o una cuña publicitaria sobre Sida dirigida a jóvenes urbanos, aunque probablemente los dos primeros suelan ser llamados “materiales” y los dos últimos “mensajes”. Nótese que, por otra parte, aún esta denominación dependerá seguramente del uso concreto y el canal utilizado: si el video de química se pasa en televisión tal vez lo llamemos “mensaje” y si el radioteatro se distribuye en casetes para uso grupal probablemente prefiramos llamarlo “material”.



[1] Materiales "educativos" que no educan, materiales "no educati­vos" que educan. En Rev. La Piragua Nº 12-13, CEAAL, Santiago de Chile 1996. Hay otra versión también en Primer Congreso Internacional de Comunicación y Educación (1998) Producción de materiales educativos: ¿educadores, comunicadores o poetas?, Sao Paulo 1998
[2] Esta idea de “triple aventura” está basada en el texto de Ampuero, J. (1992) Reflexiones sobre la comunicación y la educación con medios gráficos. En: Los medios sí pueden educar. Lima, Calandria.
 

 

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